martes, 10 de abril de 2007

EL CASO DE LA GASTRITIS ASESINA


jcalixto@milenio.com / www.milenio.com / Martes 10 de abril del 2007

Vaya, vaya, vaya. Quién iba a decir que el caso de Ernestina Ascensio, la anciana indígena supuestamente violada de manera tumultuaria por unos soldados, iba a formar parte de un debate más polémico que el de la despenalización del aborto, las sociedades de convivencia, la eutanasia y la nueva Ley del ISSSTE.

Lo que parecía una nota olvidada y de relleno para los medios de comunicación, se está llevando entre las patas los de por sí dudosos prestigios del Ejército mexicano, de José Luis Soberanes, presidente de la CNDH, el procurador de Justicia del estado de Veracruz y de cualquier funcionario que ha pasado por sus manos el cuerpo o el expediente de la víctima que, incluso, le ha tocado en la línea de flotación de Jelipillo Calderón. O sea, lo que pudo ser un caso trágico pero intrascendente de haberse manejado con sensibilidad e inteligencia, apegados al protocolo, se ha injertado en un tsunami que amenaza con arrasar con todo a su paso.

Ya hoy se habla de grandes complós en uno y otro lado de la histeria: están los que alegan que el comunismo internacional y la guerrilla ultraizquierdista está detrás de todo esto para impedir el feliz desarrollo del calderonismo que, de manera heroica, se esfuerza por sacarnos del subdesarrollo con una pequeña ayuda de sus amigos del Ejército mexicano; están los que alegan que existe un contubernio del capitalismo salvaje, el Estado mexicano y la CIA para que el Ejército se lave las manos como Poncio Pilato.

Y entre ambas posiciones, a cual más de neurótica por decir lo menos, lo único que se consigue es hacer más turbio y sospechosista el panorama.

Cómo va uno a creer que un gobierno va a resolver los grandes problemas de la patria, acabar con el narco, resolver el asesinato de periodistas, desmoronar la impunidad, controlar sus impulsos providescos y de paso devolvernos la fe en la humanidad, si un caso como el de doña Ernestina se les fue de las manos por hacer cosas buenas que parecen malas y malas que parecen buenas.

Curiosamente, cada vez que nos han dicho que no caigamos en la teoría de la conspiración es cuando más conspiraciones se han descubierto.

Como van las cosas, al calderonismo le va a pasar lo mismo con el escándalo poselectoral del IFE, el TEPJF y FelIFE. Sembrada la duda, incapacitados para rebatirla, atrapados en el contrasentido de los discursos, hechos bolas, parece que sólo queda esperar el final serenamente porque parece que les va a dar esa clase de gastritis, no suficientemente estudiada, cuyos síntomas incluyen la violación tumultuaria.

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