cmarin@milenio.com / www.milenio.com / Jueves 12 de abril del 2007
Las autoridades de Soledad Atzompa, Veracruz, aprovecharon la muerte de Ernestina Asención Rosario para recargar baterías en contra de la presencia del Ejército en aquella zona de la Sierra de la Zongolica.
Pocas semanas antes, con la orden de instalarse por tiempo indefinido, había llegado a Mezcala un destacamento militar, lo cual incomodó a lugareños que la miseria empujó a la tala clandestina, pero más a filoeperristas que no han podido instaurar un “municipio autónomo”.
El rechazo a los soldados comenzó tres semanas antes del deceso, cuando uno de los más activos impulsores de la macabrohistorieta de la violación y asesinato de la viejita por militares, el alcalde perredista Javier Pérez Pascuala denunció ante periodistas que la tropa llegó allí para “humillar a los indígenas y robar en nombre de la Nación…”.
Lo demás es puro cuento.
Si no, ¿por qué nadie del hospital de Río Blanco avisó al MP sobre una mujer “violada” ni preservó alguna evidencia
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