miércoles, 11 de abril de 2007

ENTRE ZONGOLICA Y ACAPULCO


gomezalce@aol.com / www.milenio.com / Miércoles 11 de abril del 2007

• Contradicciones e impunidad

• Cuando aparece la duda...

El poder, mi estimado, nunca es perseverante cuando hay impunidad y es ilimitado.

Discursos. Palabras. Mentiras. Simulaciones. De eso está atiborrada la arenga oficial de este régimen a más de 120 días de haber iniciado, donde la cifra de ejecuciones se eleva —al cierre de este irreverente espacio— a más de 850. O sea, un promedio de entre seis y siete diarias. En otras palabras, México vive una guerra al contrario de lo declarado por el procurador (con minúsculas) Medina Mora desde España, en el marco del coloquio Derechos humanos y seguridad jurídica en Iberoamérica, donde afirmó que la irrupción inusitada de violencia desatada es “un momento crítico” en los territorios dominados por las mafias del narcotráfico, cuando la realidad devela que el país transita en el filo de la violencia y el peligro.

Y ante el escalofriante panorama las autoridades federales, estatales y municipales sólo atinan a escupir y balbucear pendejadas que llenan los espacios mediáticos y que son más de lo mismo. Más de lo mismo y que hemos escuchado en estos últimos y aciagos años donde el crimen organizado hace y deshace con absoluta impunidad y complicidad gubernamental.

Para colmos, my friend, la profesión del periodismo se vuelve una de las más peligrosas sin que el Estado mexicano pueda defender la integridad de sus comunicadores. Ejemplos en la mercería oficial sobran.

El delicado asesinato en Acapulco, Guerrero, del corresponsal de Televisa, Amado Ramírez, originó que el gobierno de Felipe Calderón desde Bucareli dedicara, ¡tres días después! –hay que recordar que el inquilino de Los Pinos se encontraba de vacaciones, atareado y preocupadísimo andando en bicicleta por las calles de Cancún–, unas líneas escuetas condenando enérgicamente la violencia contra representantes de los medios de comunicación. Chingón. Tres días después. Ya para qué hablar de la inexistencia de la fiscalía whatever para proteger los derechos de los periodistas encabezada por whomever. Simulaciones, mi estimado, hipocresía gubernamental.

Y en el epicentro de sangre la estupidez de un gobierno como el de Zeferino Torreblanca y su caterva de funcionarios corruptos.

Y en este original clima de zozobra (inexistente en el ánimo de Los Pinos), el régimen calderonista se hace bolas contradiciéndose en el caso de la muy extraña muerte de Ernestina Ascencio Rosario. Cuidado.

A un mes de los hechos ocurridos en Zongolica, Veracruz, donde presuntamente están involucrados miembros de nuestro Ejército mexicano, las versiones, con el correr de las semanas, en lugar de ser más claras y concretas, sólo han demostrado fragilidad en una investigación atiborrada de oscuras irregularidades, falsedades, manipulación de evidencias y, peor aún, donde la credibilidad de varias instituciones —CNDH, Sedena y el gobierno de Fidel Herrera— estén en el epicentro grave de la duda.

Y si esto le parece poca cosa, mi estimado, corre la lastimosa versión en los pasillos del poder que José Luis Soberanes anda entusiasmado por un asiento en el Poder Judicial y que hubo arreglón al más alto nivel alrededor de este espinoso caso.

Si le agrega la rápida afirmación, fuera de lugar y sin pregunta de por medio en una entrevista a La Jornada del doctor, perdón, señor, Calderón Hinojosa sobre la causa de la muerte de la anciana, una “gastritis crónica”, la cadena de indecorosas idioteces vertidas alrededor de este asunto son por demás escandalosas, desvergonzadas y frívolas sentando con ello un grotesco símbolo de este polémico gobierno.

Porque todo esto no son sólo asuntos aislados, sino pareciera ser la estrategia en la tónica gubernamental escogida por ¿el Gymboree? para enfrentar los cuestionamientos de una opinión pública que parece cerrar filas en su percepción de casos muy específicos más allá de curiosas simpatías.

Porque si de convencer se trata, Los Pinos anda errando el camino. Y van de mal en peor. Y además, my friend, asumirán los altísimos costos. Al tiempo.

Por la Mirilla

Y para fundamentar el pesimismo, hace unos días se cumplieron cinco meses del asesinato del periodista Misael Tamayo Hernández, director del diario Despertar de la Costa, en Zihuatanejo, Guerrero, sin que, como de costumbre, se haya detenido a los responsables. ¿Cuántos más, mi estimado, necesita Felipe Calderón... cuántos?

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