sábado, 14 de abril de 2007

LAS MUERTES DE DOÑA ERNESTINA


jandrade@milenio.com / www.milenio.com / Sábado 14 de abril del 2007

El mundo de los crímenes es curioso. Hay investigaciones más fascinantes que el hecho criminal mismo.

Así pasa porque la fantasía o el interés superan lo que en realidad ocurrió.

Hay dos ejemplos bastante claros de ello: los asesinatos de Juan Jesús Posadas Ocampo y de Luis Donaldo Colosio.

La verdad en ambos es terrible pero anodina. El primero murió en una confusión y el segundo fue ultimado por un lunático.

No se necesita mucho para que surjan hipótesis más atractivas e inclusive convenientes. En el expediente Posadas hay más de 17 y en el Colosio otras tantas.

La verdad no siempre puede competir con la fantasía y más aún cuando esta última logra saldar la necesidad que tenemos de construir complots y buscar malvados.

La existencia de una perversa mente diabólica es más manejable que el mundo del azar y su fragilidad.

Algo similar está ocurriendo con la muerte de Ernestina Ascención Rosario en la sierra de Zongolica.

A estas alturas ya está más que claro que la pobre mujer no fue violada y que murió por el sangrado en el tubo esofágico. Hay que tener en cuenta que perdió entre 1.5 y 3 litros de sangre.

La CNDH ya realizó los estudios pertinentes y no hay indicio alguno de ataque sexual o de violencia.

La procuraduría veracruzana insiste en que cuenta con los elementos necesarios para establecer que se trató de una muerte mecánica, de un asesinato.

El problema es que no han dado ni un solo elemento que respalde su teoría.

Pasaron de la muerte por traumatismo craneoencefálico y de fractura de vértebras al simple enunciado de homicidio sin saber cómo ocurrió.

Murió asesinada, insisten, aunque no saben explicar el ataque.

Sospecho que a estas alturas se trata de sobrevivir al problema en el que están metidos.

La CNDH pronto emitirá una recomendación que se anuncia de una dureza ejemplar.

Es probable que los peritos y los Ministerios Públicos que participaron en la indagatoria pierdan su puesto y sean sujetos a investigaciones administrativas y penales.

Para el Ombudsman se violentaron garantías fundamentales al difundir la versión del asesinato y acompañarla de fotografías de la necropsia, como si fueran del lugar del percance.

Para colmo, evidencia importante se perdió o destruyó. Del líquido seminal abundante no quedó rastro alguno, entre otras razones porque no era seminal.

Se habla de desgarres en el cuerpo de la señora, cuando en realidad se trata de cortes de bisturí.

Es más, si el asunto se tuviera que llevar a juicio sería imposible castigar a los supuestos violadores.

Esa es la triste y nada glamorosa verdad.

No hay comentarios: