jueves, 3 de mayo de 2007

PRIMERO DE MAYO EN ZONGOLICA


Irene Selser / www.milenio.com / Miércoles 2 de mayo del 2007

Casi impensable en instituciones tan conocidas del periodismo mundial como el vespertino francés Le Monde, tan plural y equilibrado, el liberal y súbitamente bushiano The New York Times, el centrista italiano Il Corriere Della Sera o el próspero emporio mediático que encarna en Sudamérica el diario argentino Clarín, la libertad de opinión y de crítica de las que gozamos los editores de MILENIO Diario son un privilegio formidable. Más de una docena de responsables de área y un director nos reunimos dos veces al día para discutir contenidos y enfoques, desde la nota más nimia hasta, por supuesto, la confección colectiva de la primera plana. Quien alienta el disenso es el propio director, Carlos Marín, capaz de soportar con estoicismo la crítica más dura a alguno de sus escritos sobre el cambio climático o el caso Digna Ochoa, el aborto o el oscuro expediente de Zongolica.

Con un “que mi opinión no los inhiba”, Carlos Marín permite decir y hacer, acordar o contravenir, al punto de que pese a su postura editorial infranqueable en cuanto a que la campesina de la sierra de Zongolica, Ernestina Ascensión Rosario, de 73 años, no fue violada ni asesinada, según el mismo fallo definitivo presentado por las autoridades de Veracruz la noche del lunes 30 de abril ante la prensa local —advertida, sin embargo, de que no podría formular preguntas—, es posible asentar en estas líneas, habitualmente destinadas al análisis internacional, nuestra perplejidad sobre cómo, en la última semana, tanto el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, como el procurador de Justicia estatal, Emeterio López, y el fiscal especial del caso, Juan Alatristre, derivaron de una postura inicial que incluía “violación por parte de militares” a otra que hablaba de “violación” y por último una repentina “parasitosis y la existencia de heces intestinales hasta provocar sangrado pélvico”, lo que le ocasionó la muerte. Un fallo que supone un giro de 180 grados en el discurso de esos funcionarios, cuyo dictamen sabe, por lo mismo, a carpetazo, más aun cuando en días pasados escuchamos en el programa Hoy X Hoy, de Carmen Aristegui, a comuneros de Zongolica dando cuenta del obsequio de “bicicletas y casas” a los familiares de la anciana, a modo de “reparación del daño”.

En este embrollo de versiones y contra versiones, en nada contribuyó, sino al contrario, la patética actuación de las diputadas del PRD, que tras invitación expresa al ombudsman de México, José Luis Soberanes, para que compareciera ante la Cámara, le impidieron mostrar lo que a su juicio son las innumerables inconsistencias de las primeras indagatorias y en la realización de la necropsia y la exhumación del cuerpo de Ernestina. Queda la duda, enorme, de por qué lo hicieron, pero también de cómo y de qué murió Ascensión Rosario ya que, si su muerte no es imputable a “factores externos”, ¿por qué el gobernador Fidel Herrera concluyó la entrevista del 26 de abril con el periodista Ciro Gómez Leyva diciendo, a propósito de las recomendaciones de la CNDH, que “por lo pronto, estamos trabajando como al principio: agraviados, dolidos, consternados, solidarios”. ¿Por una parasitosis?

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