sábado, 28 de abril de 2007

EJERCITO REZAGADO


Jorge Carrasco Araizaga



México, D.F., sábado 27 de abril del 2007 (apro).- Sometido a la coyuntura política por decisión del presidente Felipe Calderón, el Ejército Mexicano está, más que nunca, lejos de la modernización que desde hace años reclaman las Fuerzas Armadas de México.



Concentrado en los operativos contra el narcotráfico y en la forma de librar las acusaciones por la muerte de la anciana indígena Ernestina Ascencio Rosario en la sierra de Zongolica, en Veracruz, el alto mando del Ejército tiene poco margen para responder a los cambios que promueven miembros de la propia institución.



La comparecencia del secretario de la Defensa Nacional, general Guillermo Galván Galván, ante la Cámara de Diputados, mostró que la urgencia política le impide al Ejército siquiera reflexionar en torno a propuestas que desde hace años se han planteado para la política de defensa nacional.



Preocupado en responder a la inquietud de los diputados por los asuntos en que el Ejército ha quedado atrapado desde que Calderón lo tiene –junto con la Marina– como su principal aliado político, el general Galván se dedicó a hacer una mera presentación de lo hecho por la Secretaría a su cargo desde hace cinco meses.



Lejos de ser una auténtica comparencia en la que se dé un debate en torno a políticas públicas, la práctica que se sigue en el Congreso mexicano apenas llega a un presentación de los funcionarios que acuden como invitados y no como responsables de una cartera sobre la que tienen que rendir cuentas y transparentar sus acciones.



Por eso no resultó nada extraño que el general Galván haya ignorado por completo el intento de uno de sus excompañeros de armas para empezar a debatir lo que puede ser una nueva política de defensa nacional para México. Fue el general retirado del Ejército, ahora diputado del PRI e integrante de la Comisión de Defensa Nacional, Roberto Badillo Martínez, quien en un intento de darle sentido a la comparecencia hizo algunas propuestas. Pero se topó con una muralla, pues el secretario las pasó totalmente por alto.



Más allá de la polémica de algunas de sus propuestas, el general en retiro lanzó un tema que incomoda a muchos militares en activo: la unificación en una sola dependencia a la Secretaría de la Defensa Nacional y a la Secretaría de Marina.



Ello significaría para México tener un solo mando de Defensa Nacional que para operar requeriría de un Estado Mayor Conjunto, comandado alternadamente por un jefe del Ejército, uno de la Fuerza Aérea y otro de la Armada, como ocurre en muchos países, incluido Estados Unidos.



Por encima de ese Estado Mayor Conjunto, desde luego, estaría el presidente de la República, en primacía del poder civil sobre el militar, propia de los regímenes democráticos. 



Además, una sola secretaría representaría ahorros y habría una política articulada para la defensa del país.



Más polémica para el sector civil fue la propuesta del general retirado Badillo para crear “una cuarta fuerza militar”, conocida como Guardia Nacional y habilitada por las Fuerzas Armadas para cumplir tareas como la defensa de las fronteras.



En ese tenor, propuso también la modernización de las defensas rurales, previstas desde hace décadas en la legislación militar. Según el diputado, con esa actualización aumentaría la actividad de inteligencia contra el narcotráfico en el campo.



A lo que no se refirió el diputado fue a la necesidad de revisar también las funciones del Estado Mayor Presidencial, originalmente concebido para la protección del presidente y su entorno familiar, pero que ha derivado en una extensa y costosa carga financiera para los mexicanos, sobre la que no hay ningún tipo de contrapeso. 



No les falta razón a quienes lo caracterizan como “un Ejército dentro del Ejército”, pues ni siquiera el secretario de la Defensa tiene control sobre los mandos militares al servicio del presidente.



Tampoco se refirió al pospuesto debate sobre la participación de México en operaciones internacionales de la ONU para el mantenimiento y establecimiento de la paz en zonas de conflicto. 



Todas esas propuestas, que están supeditadas a cambios legislativos y hasta ahora sólo se han discutido en la academia, muestran la necesidad compartida ya por algunos militares de que se tiene que hacer una revisión de la manera en que operan las Fuerzas Armadas en México.



En su comparecencia, el general Galván admitió que hay “una preocupación” por la necesidad de que México cuente con una política de defensa nacional, pero “no hay una concretad (sic) precisa”.



En el mejor los casos, lo único que ofreció fueron “las metas del Plan Nacional de Desarrollo en materia de seguridad nacional”, lo que, en la práctica, significa un sexenio más de rezago en los asuntos militares en México. 



jcarasco@proceso.com.mx


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