jueves, 26 de abril de 2007

EL CASO ASCENCIO MINO LA REPUTACION DE LA CNDH, ADMITE SOBERANES

De la redacción

México, D.F., 25 de abril (apro).- El presiente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, admitió hoy que el organismo a su cargo ha sido alcanzado por la desconfianza a raíz de su intervención en el caso de Ernestina Ascencio.

Añadió que a pesar de que la CNDH ha demostrado repetidamente que no hay intocables, la controversia alrededor de la muerte de Ernestina Ascencio sólo ha evidenciado “la frágil naturaleza de nuestra convivencia política”.

En un artículo publicado este miércoles en el diario Reforma, Soberanes señaló que al reabrirse heridas causadas por el anterior proceso electoral, “una vez más los lazos que constituyen la sociedad mexicana están en tensión”.

Estableció que la muerte de la indígena de la sierra de Zongolica –“y el uso político que se le ha dado”--, es un llamado a las conciencias y una señal de alerta. “Estamos a tiempo de evitar un cisma, haciéndonos conscientes de nuestras costumbres políticas y apostando por nuevas formas de relacionarnos”.

Por la importancia que reviste el asunto, se reproduce a continuación el texto titulado Descalificaciones políticas:

“La controversia alrededor de la muerte de la señora Ernestina Ascensio Rosario ha evidenciado la frágil naturaleza de nuestra convivencia política. Al reabrir heridas causadas por el conflicto postelectoral, una vez más los lazos que constituyen la sociedad mexicana están en tensión. Se reciclan tácticas de cuestionar una supuesta falta de autoridad moral de las personas, invocar conspiraciones y calificar de ilegítimas a las instituciones y sus actuaciones cuando no concuerdan con determinado perfil ideológico.

“Este caso dista de ser único. Durante los últimos meses hemos visto cómo debates de todas magnitudes se han empantanado por la pobreza de la argumentación política. Se privilegia la ideología en detrimento de la realidad, con el ‘todo o nada’ y el ‘conmigo o contra mí’ como consignas. En las mentes simples de los partisanos no hay espacio para la sutileza o el contexto; de pronto los periódicos y las tribunas se inundan de posiciones en blanco y negro que no admiten los matices de la democracia.

“Las semillas de la desconfianza han fructificado. Ello deshumaniza a quienes participan en un debate, pues no se les reconoce como personas sino tan sólo como voceros de intereses ocultos. De seguir así las cosas, cualquier servidor público que tome una decisión que no satisfaga a todos los actores políticos lo hará consciente de que su reputación será despedazada.

“Este clima de suspicacias no sólo impacta a los partidos políticos y a las personas públicas. A menos que cambiemos la situación, en poco tiempo nuestra convivencia social se verá dañada, quizás irremediablemente. Si, como escribió Bobbio, ‘la democracia es un juego de moderados’, el debate político extremista nos encamina hacia un retroceso autoritario. Sin tolerancia, sin capacidad de diálogo, sin voluntad para entender al diferente, esa enorme pluralidad que distingue a nuestra nación será una condena para nuestra democracia.

“En la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no queremos sumarnos a esa tendencia. Hemos buscado participar lo menos posible en la guerra de declaraciones sobre la muerte de la señora Ernestina Ascensio. Hemos difundido comunicados y declaraciones únicamente cuando hay datos que aportar. Queremos ocupar espacios periodísticos para informar a la sociedad con hechos, no con dichos.

“Desde los primeros días de marzo movilizamos un equipo de investigadores a la sierra de Zongolica, que analizó con prontitud el lugar de los hechos e inquirió al personal del gobierno de Veracruz. Nuestros visitadores también se entrevistaron con familiares de la señora Ascensio Rosario y miembros de su comunidad, Tetlatzinga.

“Los peritos encontraron que era imposible respaldar los primeros reportes. Ello nos obligó a cambiar de posición, pues sólo la realidad comprobable y material --en este caso forense-- determina nuestro actuar.

“Los resultados que presentamos no secundaron los prejuicios formados por los testimonios iniciales. Para algunas personas los rumores y declaraciones bastaron para sentenciar que la señora Ernestina había sido violada por elementos del Ejército Mexicano, aunque luego la evidencia física no respaldara las palabras.

“A pesar de que en la historia de nuestra institución hay sobradas muestras de independencia y objetividad, aun cuando se ha demostrado repetidamente que para la CNDH no hay intocables, nos alcanzó la desconfianza crónica que algunos grupos sienten hacia las instituciones del Estado mexicano. Hay que señalar, sin embargo, que un país también es sus instituciones, que éstas son una expresión de unidad de la nación, un punto de encuentro para las diferentes visiones y para todas las maneras del ser mexicano.

“La muerte de Ernestina Ascensio Rosario --y el uso político que se le ha dado-- es un llamado a nuestras conciencias y una señal de alerta. Estamos a tiempo de evitar un cisma, haciéndonos conscientes de nuestras costumbres políticas y apostando por nuevas formas de relacionarnos.

“El diálogo constructivo y el perfeccionamiento paulatino de las instituciones, a través de la ley, son caminos más lentos y ciertamente menos rentables políticamente que las polémicas mediáticas. Sin embargo, son nuestra única opción para hacer justicia a los millones de indígenas como Ernestina y a todas esas personas que esperan más del Estado, del gobierno y de la clase política. Sólo así podremos construir un México con justicia, sin cacicazgos, sin marginación y con pleno respeto a los derechos humanos”.

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