Soberanes cómplice de Calderón para encubrir a elementos del Ejército que asesinaron a Ernestina
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En nuestro espacio informativo hemos seguido de cerca lo que se ha dicho respecto al homicidio contra Ernestina Ascencio Rosario, una mujer mexicana de 73 años y que como en otros crímenes cometidos en el país, aún no se hace justicia. Dimos a conocer igualmente el programa donde Carmen Aristegui entrevistó a Miguel Ángel Granados Chapa (videos aún disponibles en Revoluciones), para revelar que las afirmaciones del presidente del IFE y TRIFE, Felipe Calderón, han sido falsas y contradictorias.
En el lapso de cerca de doce horas que transcurrieron entre las cinco de la tarde del domingo 25 de febrero, cuando Ernestina fue encontrada malherida en un paraje de su pueblo, Tetlatzinga, y la madrugada del lunes 26, cuando falleció, al menos nueve personas la asistieron en su agonía. Sus hijos Marta y Francisco, dos vecinos de la comunidad, la enfermera de la clínica rural de la comunidad de Acultzinapa, un médico de Ciudad Mendoza y tres personas del hospital regional de Río Blanco y cuatro autoridades comunitarias la vieron moribunda, fueron testigos de su estado físico. Y todos relatan una historia que no coincide con la hipótesis de muerte natural que alegan el presidente Felipe Calderón y el ombudsman José Luis Soberanes.
“Lo que nuestra gente vio y sabe no lo pueden borrar las declaraciones oficiales”, sostiene Julio Atenco, funcionario del ayuntamiento de Soledad Atzompa. El domingo 1 de abril en la comunidad de Tetlatzinga, se realizó una asamblea comunitaria, la primera de una serie de acciones que, aseguran los dirigentes regionales, movilizará a toda la Sierra de Zongolica para impedir que, por cuidarle la espaldas a un grupo de soldados, se permita la distorsión de los hechos y la impunidad.
Sobre el caso de doña Ernestina, la penalista y defensora de derechos humanos, Pilar Noriega, asegura que el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, podría estar rebasando su competencia y violando la ley al emitir dictámenes por cuenta propia, antes de que la autoridad correspondiente, en este caso la Procuraduría General de Justicia de Veracruz haya hecho públicos los dictámenes de la segunda necropsia realizada al cuerpo de Ernestina Ascencio. “La CNDH no puede sustituir a la autoridad investigadora. Su papel es ser garante del respeto a los derechos humanos”, dijo Noriega.
Critica además el hecho de que Soberanes haya descartado los primeros peritajes realizados localmente, sin detallar cuales fueron las fallas, y haya descuidado la aplicación del llamado “Protocolo de Estocolomo”, que establece lineamientos para la correcta investigación de muertes sospechosas de haberse producido en violación del derecho a la vida.
Cabe recordar que durante la semana también el gobernador de Veracruz refutó que las declaraciones de Soberanes y Calderón fueran contrarias a lo que afirmó en una primera instancia la PGR de que la mujer veracruzana si fue asesinada, versión distinta a la promovida por el gobierno federal que busca defender a toda costa a la “institución encargada de legitimarlo” (recordando palabras del general Galván). Se entiende entonces que alguien miente y seguramente quien lo hace es violando y pisoteando las leyes como suele suceder en nuestro país.
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