jueves, 26 de abril de 2007

EL TRISTISIMO ESPECTACULO DE ZONGOLICA


gomezleyva@milenio.com / www.milenio.com / Jueves 26 de abril del 2007

Qué triste ha sido toda la historia de Zongolica. Manoseada sin pudor. Cargada de supersticiones y mentiras. Utilizada para sinuosas venganzas. Plataforma para reafirmaciones ruines.

Lo que ocurrió ayer en la Cámara de Diputados fue una metáfora del patetismo. Las legisladoras que exigieron la comparecencia del presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, para que respondiera a sus preguntas, no lo dejaron responder ninguna de las esenciales.

¿Por qué lo hicieron? Porque querían ponerle las orejas de burro. Porque lo que menos les interesa es conocer la información. Porque quien no busca la verdad se cree en posesión de ella. En consecuencia, esas diputadas del PRD y el PRI asumen que nada tienen que encontrar, nada tienen que aprender, que ya todo lo saben.

Un maestro, no recuerdo quién, decía que, fuerte o suave, en el dogmático siempre flota un olor a nauseabunda inquisición. Las diputadas no querían hacer avanzar el conocimiento sobre la muerte de Ernestina Ascencio, sino preparar la hoguera para quemar al hereje que hoy más les conviene.

Soberanes se preparó a fondo. Se presentó con especialistas a quienes las diputadas mandaron callar. Y con un documento (“Treinta preguntas a la CNDH sobre el caso de Ernestina Ascencio”) que hubiera liquidado ensalmos y fetichismos.

¿Quién ganó y quién perdió ayer en San Lázaro? Maltratado, zarandeado, Soberanes salió de pie. ¿Quién va a creer ahora que está ocultando información? Las 30 respuestas, como sea, ya están en internet, en la página oficial de la CNDH.

¿Quién perdió? El pudor, el conocimiento, la razón, la política. Y Ernestina, una vez más. Ernestina, desde luego.

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