jueves, 19 de abril de 2007

CASO ERNESTINA ASCENCIO: EN BUSCA DE LA VERDAD


Jesús Martínez Álvarez | La Crónica de hoy / Jueves 19 de abril del 2007

La muerte de la señora Ernestina Ascencio Rosario es a todas luces lamentable. Lo son también las circunstancias no esclarecidas en las que ocurrió y las contradicciones que se han dado en el proceso de indagación de los acontecimientos. Igualmente lamentable ha sido la tendencia a llegar a conclusiones basadas en posiciones previas y no en el conocimiento de los hechos.

La prisa por encontrar culpables, e incluso declararlos como tales, suele desviar la atención de la primera obligación de la justicia, que es llegar a la verdad.

En cuanto se conoció la noticia del fallecimiento de la señora Ascencio y se tuvieron las primeras informaciones, que apuntaban hacia hechos sin calificación posible, esto es, que había sido víctima de un ataque y de una violación multitudinaria por parte de elementos del ejército, la tentación de asumir la versión como verdad ganó la voluntad de muchos, algunos de buena fe y otros llevados por la ganancia de posiciones que podría representar tal oportunidad.

Por supuesto que la versión inicial tenía motivos suficientes para generar indignación y, por lo tanto, reclamaba la mayor atención y el más escrupuloso análisis médico y jurídico, lo que la sociedad en su conjunto exigió.

Pero al mismo tiempo que se exigía este rigor en las investigaciones, a muchos les pareció que era momento de conclusiones y llegaron a ellas pretendiendo que el análisis se ajustara a esas conclusiones y no a la inversa. Por definición, las conclusiones son el desenlace del análisis y no éste el recurso adaptable a las conclusiones.

La tendencia a colocarse del lado del débil es un buen principio; no lo es que ello nos lleve a tratar de imponer la versión que más lo victimiza con tal de tener una bandera o de parecer el héroe que enarbola la causa del desprotegido. Amigo de Platón, Aristóteles ponía por encima de este afecto su amistad con la verdad.

Es cierto es que el grado de incertidumbre que propició la abundancia de puntos de vista, de acusaciones y opiniones enrareció el entorno, pero ello no debe obnubilar la capacidad de análisis en la búsqueda de la verdad.

Así como hemos señalado aciertos del presidente Felipe Calderón, hay que destacar ahora que su declaración de que la señora Ascencio había fallecido a causa de una gastritis crónica, contribuyó a polarizar la polémica porque, se dijo, o bien el Presidente había sido informado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos bajo la mesa, lo que daba lugar a especulaciones sobre acuerdos secretos, en evidente detrimento de la autonomía del organismo, o bien el presidente estaba indicando cómo quería que se resolviera el caso.

Ahora se sabe que el Presidente fue informado del resultado de la segunda necropsia por parte de miembros del ejército y que no fue la CNDH la que le comunicó tal resultado.

Por su parte, el titular de la CNDH, José Luis Soberanes Fernández, ha sostenido que no hubo violación y que la muerte de la señora Ascencio fue consecuencia de deficiencias en su salud y no de una agresión.

Próximamente estará en la Cámara de Diputados para presentar el sustento de estas afirmaciones.

Los antecedentes del propio presidente de la CNDH y la actuación de ésta en el periodo que la ha encabezado no sugieren condescendencia ni sujeción ante al poder gubernamental. Por el contrario, ha señalado sin posturas heroicas y sin alardes lo que ha documentado, de manera que el beneficio de la duda no es en este caso la concesión de una gracia, sino el espacio ganado mediante un desempeño congruente y serio.

Muchos de los que lamentan los agravios y los abusos contenidos en la versión inicial, celebrarían gustosos, aunque no lo hicieran públicamente, que tal versión se confirmara puesto que ello nutriría sus banderas y fortalecería sus posiciones.

Otros, desde luego, aunque hasta ahora crean de buena fe en la versión inicial, sabrán esperar a contar con todos los elementos para poder hacerse de sus conclusiones.

La satisfacción al gusto de quienes quisieran que todo fuera victimización y mártires para dar brillo a su discurso, necesariamente también puede ser fuente de injusticia.

La justicia se basa en la verdad; que a partir de ella se aplique.

jema444@yahoo.es

No hay comentarios: